21 de septiembre de 2010

Cabo de buena esperanza.

El fracaso (debemos de llamar a las cosas por su nombre) del último mundial no debería de ser un pozo en el que caer, si no un toque e atención y una cura de humildad para un equipo (y una afición) que ha sido y sigue siendo capaz de todo. No creo que se deba despreciar el Europeo, como mantienen algunos (Ramón Trecet por ejemplo) pensando que el objetivo esta en las olimpiadas. Esta teoría, que se mimetiza con el pensamiento NBA y minimiza los mundiales y continentales en favor de la cita olímpica es, a mi modo de ver, reduccionista y tacaña con las posibilidades de la selección. En este momento en el que aún existe una plantilla capaz, no se puede renunciar a nada. Afrontar cada año como una revalida y una nueva oportunidad es lo que toca y si este año se ha pinchado, el año próximo debemos intentar triunfar.

Lo que no se puede es pensar que siempre vamos a ganar el oro, que solo tenemos un enemigo capaz de derrotarnos (USA) y salir a la pista habiendo ganado sin jugar. Por que estamos en un deporte muy competitivo, en el que temporada a temporada cambia la forma de los jugadores y la configuración de los equipos y hay un conjunto amplio de estos (al menos 6 o 7) que pueden dar un disgusto a cualquiera. Nos lo hizo Rusia hace dos años y estuvimos a punto de hacerlo nosotros en las ultimas olimpiadas a todo un “All Stars” de la NBA.
Todo enemigo es peligroso, incluido un equipo que este año era menor por sus importantes bajas como fue Francia u otro con el que nadie contaba como Lituania (verdadero segundo de este mundial por juego aunque por azares de los cruces se quedara con el bronce).

Lo que tampoco es de recibo es olvidarse de la forma de los jugadores, de su nivel de juego y definir su rol y los minutos de juego por el nombre y no por la eficacia. Tenemos una panoplia de jugadores que pueden ganar en casi cualquier circunstancia e incluso fuera de la selección quedan suficientes como para montar otra. Lo único que cabe esperar y exigir es que al frente haya un gestor eficaz y motivador, labor que Scariolo ha demostrado dos años consecutivos ser incapaz de realizar. Conociendo su trayectoria no dudamos de su capacidad pero si de su dedicación. Y es que entrenar a un equipo con aspiraciones en Europa no deja suficiente tiempo para preparar una selección con posibilidades mundiales. Esta tarea exige un seguimiento de jugadores, de equipos y un contacto directo con aquellos incompatibles con entrenar a un club de alto nivel.

Existen soluciones para no caer en el derrotismo, pero hay que ponerse a trabajar ya. Lo primero es cambiar el “chip”, no creer que se tiene un equipo ideal e inamovible capaz de todo, si no pensar en un conjunto de jugadores amplio y en el que hay que dar cabida (y minutos) a elementos jóvenes y prometedores que serán el futuro.
Lo segundo es buscar un seleccionador capaz de comprometerse con el equipo, preferentemente en un ciclo de unos cuatro años para dar continuidad y que sea capaz de plantearse no solo la competición de este año si no pensar al mismo tiempo en las siguientes, teniendo en mente un bosquejo del futuro equipo. Trabajar con las ligas, dialogando con los equipos y jugadores para determina la forma de estos y sus posibilidades y hacerlo también con las selecciones de desarrollo tomando nota de jugadores que interesa hacer un seguimiento. Y saber liderar al equipo, sobre todo cuando las cosas no van bien. Este fue el merito de Pepu y existen relevos que ya suenan por ahí.
No menos importante es como se plantean las preparaciones, aún teniendo en cuenta que los calendarios de liga son muy apretados. Lo que no me parece lógico es hacer giras de exhibición, jugando casi siempre en casa, con nuestro público y árbitros, cuando ese no va a ser la realidad a la que nos enfrentemos en la competición. Esta bien y es deuda con la afición, lucir el juego de la selección en torneos nacionales pero deberían de incluirse mas partidos en canchas de equipos punteros. Ademas en esos partidos debería de buscarse más la formación del equipo que el resultado y por tanto dar tiempo a los jugadores mas noveles o menos integrados en el combinado nacional.

Por ultimo la federación tiene que potenciar la detección temprana de jugadores y los equipos de base de todo el territorio nacional. Si se quiere tener continuidad no se puede vivir de tres canteras y media (Estudiantes, Juventud, Barcelona y Unicaja) y algún aporte extra. En resumen: Menos palco y “mais trabajar”.

En fin, esta imagen debería acompañar este año a quien corresponda para que no se repita y lleguemos desde la isla Desolación hasta el cabo de Buena Esperanza.

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