La final-four de la Euroliga 2011 nos ha deparado, como siempre, momentos intensos que demuestra hasta que punto este deporte puede dar momentos únicos que nos dejan así, pasmados como AC/DC.
Y no es para menos.
El viernes asistimos a dos duelos cortados por el mismo patrón: Siena y Madrid aguantaron el tipo el primer tiempo, pero naufragaron en un mar de dudas, fallos, ataques precipitados y malos tiros. Y es que a este nivel no se perdonan las dudas, los miedos o el no ser fiel a tu juego. Ganaron los que al final impusieron su estilo y creyeron en el sin dudar, llevando al contrario a su terreno. Nada mas que decir ni justificar.
El domingo a una hora criminal, gracias a las exigencias religiosas judías, vimos mas de lo mismo en el partido de consolación: Un Madrid que volvía a desarbolarse frente a un equipo correoso pero no superior. Si el viernes solo se salvó Felipe, hoy Llul se echo el equipo a la espalda pero fué de,asiado peso para el solo. Y como siempre me asalta la misma duda: ¿Para que quieres a Vidal, Begic y Velikovic en el banquillo? ¿Tan mal lo hacen cuando salen? Yo creo que no, que merece la pena probar otras cosas.
Desde luego lo de este equipo es de psicólogo; bueno casi, casi de parapsicologo.
Y recién comidos, con prisa y soñolientos a ver la final. Y que final, señoras y señores: Si Obradovic puede jactarse de haberse llevado el gato al agua (mucho que ver el zorro Diamantidis), a pesar de que su equipo esta descompensado con un perímetro muy superior al juego interior, Maccabi dio una lección de épica, de no rendirse ni a los 57 segundos con 8 en contra y de como con arrojo se puede rozar la gesta. Pero no pudo ser, el corazón a veces no puede contra la razón aunque la batalla sea tan hermosa como la vista en este partido. Como decía el comentarista, esto es “Devotion”, pasar de estar todo perdido a tener un partido abierto en minuto y medio y por eso nos gusta tanto esta competición.
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